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lunes, 24 de agosto de 2015

¡Qué suerte tuviste Aquivaldo Mosquera!

Creo en la crítica imparcial, justa y objetiva, donde no influya ninguna circunstancia que pueda cambiar la opinión sobre un mismo hecho a enjuiciar. Respaldo el análisis sensato como medio para mejorar, crecer y alcanzar los objetivos. Sin embargo, no puedo estar de acuerdo con un juicio parcial, injusto y subjetivo. Defiendo la coherencia como parte fundamental para participar en cualquier foro de debate, sin la presencia de este valor no tiene sentido la porfía. Tengo claro que la perfección es imposible de obtener, el progreso siempre es factible aunque existan limitaciones que obstruyan el acercamiento a la situación ideal. En definitiva, yo quiero críticas constructivas y no destructivas.

Mi equipo no es el mejor pero tampoco el peor, no me niego a disfrutar del momento actual de la entidad donde los triunfos superan a las derrotas, no quiero que nadie enturbie las expectativas creadas para la temporada cuando está comenzando y ninguna plantilla despunta en la liga a estas alturas y los conjuntos presentan la mismas virtudes y defectos, no deseo ser compañero de viaje del sevillista dolido que habla desde la posición del ofendido o desterrado, no alentaré al seguidor que intente remover las brasas para avivar el fuego porque a estas alturas no hay obligación de sacar la manguera y apagar fuegos innecesarios, reniego del sevillista que no hace mucho disfrutaba de la sonrisa de Monchi cuando planteaba el equipo a principio de junio y ahora a las primeras de cambio no confía en las incorporaciones.
 
Con este planteamiento no estoy censurando al sevillista fiscal que intenta exponer las carencias de un plantel de manera sensata, que busca aumentar la competencia en algunas posiciones para luchar por cotas más altas, que desde esta visión muestra su ambición por ser más grande y no conformarse con lo conseguido y que siente los colores pero piensa más con la cabeza que con el corazón. Por el contrario, si  rechazo al que es injusto con los míos y consigo mismo, al que obstaculiza la labor de futbolistas, técnicos, empleados y consejeros con motivos contrarios a sus principios no hace mucho tiempo, al que antes daba la cara y en estos momento no tiene ninguna palabra ilusionante para una parroquia que sueña con una temporada ambiciosa llena de nuevos retos.
 
Yo respeto la visión de cada uno de un mismo hecho, no todos podemos ver la botella medio llena, eso no significa que me sienta más sevillista que el aficionado que la percibe medio vacía. Soy positivo porque la experiencia de los últimos años me hace confiar en el trabajo realizado, no podemos vender la piel del oso antes de cazarla pero, tampoco, pensar que no la vamos a atrapar cuando los cimientos se han puesto de forma apropiada. Por lo tanto, no comparto el pesimismo instaurado en parte de la afición sobre los nuevos fichajes, los cuales deben pasar un periodo de adaptación o no nos acordamos de Pareja o Banega.
 
En fin, la suerte fue de Aquivaldo Mosquera porque si su llegada coincide con un contexto igual al que se vive en la actualidad,  sin abogado defensor, las redes sociales serían una humillación constante hacia su persona.

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