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martes, 18 de agosto de 2015

Dos prorrogas. Treinta años de diferencia.

Nos situamos en la mitad de la década de los ochenta. El fútbol de verano era muy distinto al actual, las giras por Asia, América u Oceanía era algo utópico. La pretemporada venía marcada por los torneos de verano en distintas ciudades españolas. Destacando los celebrados en Huelva, Cádiz y A Coruña. Trofeo como Colombino, Carranza y Teresa Herrera eran citas significativas en el panorama nacional de los meses estivales. Dichas capitales de provincias vivían la fiesta del fútbol durante un fin de semana donde acudían los principales equipos de España, Europa y Sudamérica que competían con sus conjuntos, los cuales, militaban en categorías inferiores del balompié nacional.

Los aficionados tenían la posibilidad de ver partidos de alto nivel en ciudades que durante el año adolecían de dicha posibilidad. Siempre me cautivo el ver los campos llenos y la competitividad que existían en estos trofeos que con el tiempo ha venido a menos. Centrándonos en nuestro equipo, con la desaparición de Ciudad de Sevilla que tan buenos momentos hizo vivir a los aficionados de los dos equipos hispalenses, un buen Colombino o Carranza suponían la mejor campaña de abonados, aumentando el número de socios en una cantidad importante y un mal torneo implicaba una pequeña crisis.

Hace treinta años, un 18 de agosto, se disputaba en la cercana Huelva, a orillas del Tinto y el Odiel el encuentro decisivo para conseguir la Carabela de Plata. El barrio de Isla Chica vestía sus mejores galas para la celebración de la final. El partido enfrentaba al Sevilla FC de Manolo Cardo y al At de Madrid de Luís Aragonés, vigente campeón de la Copa del Rey. Los madrileños se adelantaron con dos goles de Quique Ramos y Arteche que fueron contrarrestado por Montero al transformar dos penaltis, llegando a la prorroga, donde José Luis, sentenció el choque dando la victoria al Sevilla FC. Recuerdo la remontada narrada por Sánchez Araujo como la victoria más importante de mi infancia, no tengo necesidad de buscar en hemerotecas para acordarme de la fecha. Este triunfo suponía una hazaña, puesto que, era lo máximo, a lo cual, aspiraba la escuadra de Nervión. 

Hoy, aquella gesta con tintes épicos, para los noveles, no tiene ninguna importancia si se compara con los títulos cosechados en los últimos nueve años, A ningún aficionado joven se le ocurrirá equiparar la prorroga de hace tres década con la celebrada hace justo una semana en Tiflis porque ellos solo ha presenciado finales de este nivel y no han convivido con los momentos difíciles, cuando los objetivos no se podían asemejar con los de ahora. Disfrutar del Colombino te hace gozar más de los momentos que vive la entidad en el presente.
 
Por lo tanto, a diferencia de los jóvenes, yo puedo corroborar el salto de calidad, ya que, hemos pasado de jugar una prorroga en la capital onubense a disputar una en la final de la Supercopa de Europa.  Mientras los sevillistas de esta generación dicen: "Somos grande". Los de mi generación o anteriores decimos. "Somos más grandes" 

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