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martes, 26 de enero de 2016

En Nervión se vuelve a soñar.

A final de agosto con el inicio del campeonato liguero el pesimismo se adueñaba de la parcela rojiblanca, nadie esperaba un comienzo tan desolador en cuanto a resultado. El aficionado vivía confundido entre la duda de creer en el nuevo proyecto o pensar que no siempre se va a acertar en las nuevas adquisiciones. Los sueños en forma de esquema dibujado en la pizarra ficticia que cada aficionado guarda se rompían cuando la realidad no era la imaginada en esos planteamientos de pretemporadas. El pesimismo derrotaba al optimismo y muchos sevillistas se bajaban del carro de los triunfos donde bastantes asientos quedaron huérfano de personal. La historia de hace dos temporadas se repetía el Sevilla FC, el poderoso, ocupaba en la quinta jornada el puesto de colista.
Mi teoría de esperar un tiempo no ganaba aliados, el sevillismo en la actualidad necesita resultados al momento. Nos hemos situado en una posición donde no se puede esperar, el rendimiento tiene que ser inmediato porque ahora no es igual que en tiempos pasados, nuestros vecinos son los grandes de Europa y el ridículo no estaba permitido. El punto de inflexión se produjo en el estadio Insular cuando tocamos fondo consiguiendo el farolillo rojo. Ese golpe fue duro para la parroquia, además, los periodistas que todavía sueñan con la fábrica de humo y sus chimeneas vertindo gases, no contribuyeron a quitar leña del fuego sino que avivaron la candela con ciertos comentarios donde ponían en entredicho la unión del grupo. Sin embargo, la plantilla reaccionó y demostró orgullo y personalidad derrotando al FC. Barcelona en el momento más complicado.
Desde el partido jugado en las Islas Canarias se han jugado 16 partidos y el Sevilla FC ha conseguido 33 puntos los mismos que el todopoderoso Real Madrid. Somos el tercer equipo empatado a puntos con los capitalinos y nos encontramos igualados en la clasificación real con el Éibar que ocupa la sexta plaza. Hemos vuelto a llamar y se nos ha abierto las puertas de nuestra competición fetiche la Europa League, aquella que en la lejana Holanda, la tierra de los tulipanes, nos demostró que los sueños de niño se hacían realidad. En la vieja piel de toro, hurgamos en nuestra memoria para ver si la historia se repite, recuperando las imágenes de un 19 de mayo del 2010 cuando el ahora Rey de España Felipe VI nos entregaba la copa que debíamos al cielo. 
No puedo asegurar que esto influya pero la llegada de febrero hace que la luz del día gane terreno a la penumbra de la noche. En Sevilla, este hecho, ayuda a cambiar el estado de ánimo, la esperanza comienza a destronar al desánimo y la ciudad va adquiriendo esa tonalidad que le da ese color especial cantado en épocas pasadas. El sol con sus rayos encala las fachadas de calles y plazuelas, los naranjos comienzan a florecer, el olor a azahar se apodera del ambiente y mientras todo esto sucede, la ilusión se adueña de nuevo de Nervión y el carro de los triunfos que se vació por el mes de septiembre vuelve a completarse y emprende de nuevo el camino que ojala nos lleve a tocar por enesima vez la gloria.p

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