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sábado, 14 de noviembre de 2015

Presidente con curriculum y socio con pedigrí.


Antes de iniciarse la Junta General de accionista del año 2012 José Mª del Nido articulaba la frase que da título a esta entrada. Siempre pensaba que ese día la reunión, en su desarrollo, seguiría unos itinerarios marcados de antemano. Intuía que el ambiente podría ser un calco del vivido en los partidos de liga en nuestro estadio, por un lado los afines al presidente y por otro los críticos. Así sucedió desde el principio e intentó por todos los medios posibles defender su gran sevillismo para seguir ocupando y moviendo los hilos de la entidad, no como primer espada, pero allanando el camino para manejar la sociedad  desde el callejón, en el papel, de apoderado de la  figura principal. Este planteamiento tenía mucho de sentido común porque la vida había cambiado y los papeles se intercambiaron, hasta hace pocos años atrás, el Sevilla FC necesitaba a los Del Nido, sin embargo, en estos momentos era al contrario. Hoy casi tres años después, me doy cuenta que estaba en lo cierto sus sentimientos pasaron a un segundo plano hacía tiempo y lo importante era no perder la posición de privilegio que ocupaba.
En aquel auditorio recibió ataques personales duros que fueron solventados sin el mayor problema, por dos motivos principales: su preparación, en cuanto, conocía de antemano de donde iban a proceder y el auditorio, en su mayoría, favorable hacia su persona. Con respecto a las cuestiones referentes a la entidad, comprobé la debilidad del hombre duro que perdía fuerza y veía como su prepotencia no le ayudaba en estos instantes. Limitándose a una actuación donde intentó entonar en varias ocasiones el “mea culpa”, satisfaciendo a los presentes con ciertas concesiones  y ofreciendo una actitud dialogante para solucionar los distintos frentes abiertos dentro del club. El sabía que la forma de gobernar debía ser alterada porque el hombre dominante se hacía débil y su heredero no causaba el mismo miedo escénico que su persona.

Aunque desde mi punto de vista, en aquella sala, se produjo un detalle que ensombreció la intervención del presidente, aquel día. No era necesario volver a mostrar  su curriculum, ni su pedigrí como socio en el tono utilizado para resguardarse de algún comentario hiriente o para conseguir el apoyo y constituir un nuevo Consejo de Administración.  Nadie presente dentro o fuera de la sala era ajeno a todos los éxitos que has alcanzado a lo largo del periodo de máximo responsable. El sevillismo, durante su mandato, disfrutó de seis títulos que fueron paseados por nuestra ciudad desde tierra, mar y aire, llegando a construir junto a su equipo de trabajo la mejor plantilla conocida por varias generaciones de familias rojiblancas.

No tengo la oportunidad de asistir a estos foros de debates, puesto que, mi historial de socio de la entidad se limita a poco más de dos lustros, mi número supera el trece mil, por ese motivo, hoy soy yo, quien en mi rinconcito y donde tengo la palabra utilizo el mismo argumento y le recuerdo su curriculum, del cual usted estaba orgulloso, para que no lo maltrate y los aficionados del club de Nervión podamos vivir tranquilo disfrutando jornada tras jornadas de este equipo grande. Ese qué usted creo casi de la nada  y lo colocó en el cielo mundial, donde no pensábamos nunca llegar. Por lo tanto, no menosprecie, por ello, a aquellos que sienten el escudo igual que lo sentías y demostraste en aquella junta, cuando echaste a los invasores. No permita que ese episodio se vuelva a repetir y no se tenga que utilizar de nuevo la frase: “qué casualidad Miguel” pero sustituyendo ese nombre por otro.
Por último, comentarte que a cada uno le llega su momento e igual que no adelantaste los tiempos en mayo de 1997 y dejaste que Carrión gobernara, hoy debes actuar igual y no alterar este periodo de éxitos fomentando la discordia. El sevillismo se merece vivir en paz la alegría de los triunfos y ya llegará el momento de tu primogénito.

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