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miércoles, 18 de noviembre de 2015

Mi bandera no cambia de color.

Mi bandera siempre tiene la misma tonalidad, no ha cambiado, nunca, en función de los acontecimientos que suceden en el mundo. En mi enseña se representa a toda la humanidad y tiene cabida la totalidad de los países que forman los cinco continentes. Mi estandarte defiende los derechos del conjunto de individuos que viven en este mundo sin hacer ningún tipo de distinción. Mi guión está en contra del sufrimiento, de la amargura, del vencido y del derrotado porque su único deseo es que las disputas desaparezcan y no se instalen en la sociedad con tanta asiduidad aparentando ser un elemento común de nuestro entorno.
 
Mi perfil de facebook y twitter no se sustituye, porque, si trapicheo y modifico mi estandarte me estoy decantando a favor de uno de los bandos y como me decía mi sabio abuelo: "cuando uno no quiere dos no pelean". Mi pensamiento es claro y mis ideales también, yo no concibo el canje de pendón que se produce en la sociedad en función de la conveniencia. Me duele que muchos patriotas míos, de mi misma nación, defiendan a capa y espada a la vecina Francia, cuando en su propia casa actuaba de forma contraria renegando de su propio símbolo. En ese momento se anteponía sus propios intereses políticos a la unión de su escudo. También mi sabio abuelo me comentaba la siguiente frase: "el que no sabe defender lo suyo, no es capaz de respaldar con hombría y gallardía lo de nadie".
 
El problema de mi emblema es que únicamente sale victorioso en mis sueños, al despertar pierde su fortaleza, derrotándola la realidad de un mundo sin sentido común. Su mensaje se diluye porque a muchos personajes con poder no les interesa que gobierne el mundo por encima de sus beneficios propios. Su cometido es una utopía en el universo actual. Somos muchos los que predicamos la necesidad de su presencia pero pocos los que de verdad ayudamos a poner los cimientos para que nunca desaparezca de la faz de la tierra. Yo no puedo alzar la voz pidiendo su presencia cuando me coloco una tonalidad que no la defiende sino que ensalza o avala lo contrario. Siempre en los litigios hay dos bandos y cada uno se hace fuerte porque piensa que tiene la verdad absoluta. Tenemos la obligación de alcanzar un punto donde poder coincidir y a partir de ahí llegar a acuerdos.
 
Por lo tanto, yo deseo que si pedimos la Paz no nos escondamos detrás de una bandera tricolor u otra distinta sino que la demandemos utilizando la de color blanco inmaculado, esa que pretende la unión de todos los pueblos independientemente de su raza y forma de pensar. Cada uno es libre de adoptar unos ideales pero desde el respeto y sin utilizar las armas.
 
Si no te has dado cuenta, yo te lo indico, mi bandera es blanca de PAZ y con una paloma símbolo de armonía y bienestar.   

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