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domingo, 25 de octubre de 2015

¿El triunfo de Konoplyanka o de Unai Émery?

Durante el verano se convirtió en el protagonista `principal de la parcela sevillista, todas las miradas estaban puestas en su incorporación, su fichaje era el calco perfecto de un guión de las telenovelas sudamericanas, aquellas que durante una época colmaron la programación de las principales cadenas de televisión españolas. En este tiempo pasamos de contratación cerrada y anunciada como bomba informativa en los principales programas de radio nocturnos, a la ruptura total siendo su destino una ciudad distinta de la vieja Híspalis. Sin embargo, como buen serial el final tenía que ser feliz y el epílogo solo podía llevar un acuerdo entre ambas partes.
 
Se convirtió en un icono para la afición, sin necesidad de vestirse de futbolista, fue considerado el primer gran logro de la temporada, al conseguir el departamento deportivo arrebatar el botín, en forma de futbolista, a grande clubes de nivel nacional o europeo. El sevillismo vio en su persona al jugador capaz de liderar un equipo grande, igual que sucediera en la final de la Europa League, cuando fue capaz de poner en peligro la consecución de la cuarta copa. Konoplyanka arribaba en un lugar muy distinto a su entorno natural. Las costumbres, la forma de vida y el idioma es un hándicap difícil de superar, aunque el seguidor no entiende de estos inconvenientes, nada más quiere rendimiento desde el primer momento.
 
Su venida estuvo llena de trampas que se sortearon poco a poco, algunas con más dificultades que otra. Llegó con la pretemporada comenzada y eso resultó fundamental para su adaptación retardando los plazos establecidos. En los primeros encuentros nos quedamos con los detalles de calidad, el aficionado necesitaba algo para seguir manteniendo la imagen de ídolo. Cualquier gesto o pincelada se magnificaba, parecía una obra de arte de pintor caro. No obstante, los encuentros pasaban y esos trazos no daban para convertir los cuadros en pinturas que asombraran a la parroquia. El pintor fino no hacía acto de presencia en muchos de los días de trabajo. Había que buscar un responsable y el elegido tenía nombre propio Unai Émery.
 
Sin preocuparle el panorama, el técnico seguía trabajando, puliendo su escultura, en silencio, acatando las críticas, sin cambiar su planificación por las opiniones que se escuchaban en la ciudad. Con el paso del tiempo la figura fue tomando forma. Lo primero que se vio fue un gol de falta al Rayo, luego la segunda parte de Eibar, concluyendo con su aportación decisiva en los últimos partidos, compenetrándose y ayudando en defensa y ataque a Tremoulinas. Ahora no es una isla en el once sino uno más que aporta su calidad al grupo. Konoplyanka ha triunfado para muchos será éxito suyo pasando por encima del entrenador que ha tenido que dar su brazo a torcer. Para mí Emery ha vuelto a callar muchas bocas porque su trabajo bien hecho ha dado de nuevo sus frutos como ocurre en el Sevilla FC desde que aterrizó.  

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