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viernes, 29 de mayo de 2015

Una vez en la vida.

Una vez en la vida, fue el argumento empleado por una gran cantidad de sevillistas para contemplar en directo aquella primera Europa League de Eindovhen, necesitábamos una excusa para convencer a nuestro entorno del atraco que íbamos a dar a la economía familiar y poder asistir en directo a algo impensable en épocas anteriores. En silencio pedíamos a Dios, en esta tierra somos muy cristiano, no morir sin ver a nuestro equipo jugar una final, la vida no se podía despedir de nosotros si otorgarnos ese privilegio de vivir las sensaciones de un partido diferente, merecíamos hacer realidad tantos sueños en noches de penumbras donde en el mejor de los momento nos despertábamos y descubríamos las miserias de nuestra realidad. Por lo tanto, no podíamos desaprovechar la coyuntura única que nos presentaba el destino. Sin saber que el cambio de rumbo de la entidad nos depararía hasta once oportunidades de volver a saborear las mieles del triunfo en una década para enmarcar.

Una vez en la vida, la suerte se puede aliar con el más débil. Ese era el pensamiento esgrimido por la otra Sevilla para ahogar sus penas después de tomar Holanda, sería mucha casualidad que esa copa en forma de paragüero pisara de nuevo la ciudad Hispalense. Esa conquista se consideró como flor de un día. Era  impensable que ese trofeo paseara, otra vez, por las calles del casco histórico de una ciudad que nació con los fenicios o los tartesios. Sin embargo, el futuro nos tenía guardado tres victorias más, en suelo escocés, italiano y polaco para engrandecer nuestra historia. Por lo tanto, es justo decir que esta ciudad tomada en el pasado por romanos, visigodos y musulmanes en la actualidad se encuentra gobernada por unos guerreros que pasean al rey San Fernando, San Isidoro y San Leandro por la vieja Europa y cada poco tiempo vuelve a sacar sus galas para mostrar a la parte rojiblanca de la villa el tesoro ganado en la batalla final.

Una vez en la vida, un equipo ha conseguido cuatro UEFA-Europa League, nunca ningún club europeo ha alcanzado ese número de victoria en este torneo. Hemos desbancado en el palmarés a conjuntos del nivel del Liverpool, Inter o Juventus. Ha sido un veintisiete de mayo cuando se ha culminado esta remontada en el estadio Nacional de Varsovia, que dio sus primeros pasos un veintisiete de abril del 2005, cuando el dorsal 27, en el minuto 100 de la temporada del centenario, con la zurda de diamante, introducía el balón en la portería de gol norte, donde el abuelo se sienta cada partido con los Guardianes de Nervión, en el corazón del Sánchez Pizjuán. Un corazón que no deja de latir en la fábrica de sueños para mostrarles a los contrarios como una afición en ningún periodo de su existencia ha dejado solo a los suyos.

Para el último tramo, he dejado lo más importante, mi declaración de amor. Una vez en la vida, y no ha hecho falta más, te juré fidelidad eterna siendo un niño. Desde ese momento he sido fiel a la primera novia que me robó el corazón en mi tierna infancia, cuando los pensamientos son más inocentes y puros, nunca tuve la tentación de cambiarte por otra, ni en los momentos malos, cuando el camino se hacía cuesta arriba. No quiero olvidar las lágrimas del verano del 95 o aquella tarde del descenso de Oviedo porque vivir esos capítulos nos ha hecho fuerte y  nos ha posibilitado disfrutar con más avaricias de las tardes de gloria. Ahora soy feliz porque contigo he conocido el infierno antes que el cielo y por este motivo exteriorizo mi alegría, porque, sé de donde partimos y hasta donde hemos llegado, unidos los dos, sin separarnos. Yo no omito nuestros inicios ni el lugar donde te conocí, ya que pienso, que hay radica la base de nuestro éxito en no dejar de lado nuestro pasado. 

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