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viernes, 25 de julio de 2014

La liga de Sanchez.

Fuimos una generación de niños que nos criamos y crecimos con postillas en las rodillas porque nuestro hábitat natural era la calle. Era nuestro espacio de juego, donde disfrutábamos de la compañía de los amigos y nunca se nos pasó por la cabeza que décadas después la interacción fuera virtual a través de las redes sociales. Cada tarde al volver del colegio quedábamos citados entre la bodega de Noguera y el almacén de "Feca" para jugar nuestro partido de futbol, donde llegábamos con el bocadillo entre las manos para no perder tiempo. 
 
Aún hoy, recordamos aquellas reglas del futbol callejero, sin árbitros, que no borraremos nunca de la memoria como el partido no acaba hasta que todos no estemos cansados o excepto si el dueño del balón se enfada, aunque vayas perdiendo 15-0 el último que meta gana, sin olvidar, que siempre había una portería más pequeña, el  malo se pone de portero pero si hay penalti se cambia por el bueno o la "ley de la botella", el que la tira va por ella.
 
Sin embargo, ansiábamos que el tiempo invernal transitara rápido y con la llegada de la época estival el panorama anterior cambiaba se aparcaban los partidos en la calle por la liga de Sánchez. Con el principio del verano los chiquillos recorríamos el pueblo buscando a José "El Sereno" para que abriera su carpeta azul sacara y nos entregara la hoja de inscripción. Desde ese momento, sentíamos la responsabilidad de competir y defender el honor de nuestro equipo.
 
Mis recuerdos me traen a la memoria nombres tan familiares en aquellos momentos que hoy para muchos niños actuales no tendrían sentido. Es difícil no relacionar el Pozo de las Vacas con los Casacas Rojas, la Barriada de los Poetas Andaluces, la Zarcilla o los pisos del Pilar con el Argentina 78, la Avenida de Sevilla o la calle Alpízar  con el Manuel Siurot, La calle Virgen del Valle o San Sebastián con el Palmeiras, la Barriada Virgen del Valle con el Virgen del Valle, la calle Del Medio o Cabo con el Hispania o la actual calle Blanca Paloma con el Moscardo.
 
Guardábamos por unos meses los balones de curtis por los de cuero, cambiábamos los adoquines de la calle por la pista del polideportivo, las puertas por porterías de verdad con redes y aparecían los colegiados. Además, la competición tenía el aliciente que los destacados eran elegidos para formar parte del Siempre Alegre, que niño  no recuerda en aquellos vetustos asientos a "Esparraguito", Juan "Chichari" o José Antonio Sánchez observando con detenimiento cada partido para captar a las futuras estrellas del futbol local.
 
Hoy con el transcurrir de los años se sientes nostalgia y un poco de pena que aquel torneo que tan feliz hizo a los jóvenes de los sesenta y setenta haya desaparecido y que solo quede La Liga de Sánchez como un recuerdo del pasado.
 
Esta entrada en mi blog vaya como homenaje a los amigos de la Calle Moscardo porque para nosotros siempre será ese su nombre. Luis  Gil y su primo Damián Caro, Los hermanos Antonio y Juan Millán, Francisco el de "Guía", Cristóbal Recio, Juan José Salazar, Miguel Sánchez, José Antonio el de "Marcelino" y mis primos Juan de Dios Madrid, Ismael y Francisco Molina.

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