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sábado, 29 de septiembre de 2018

La única verdad del fútbol.

En el fútbol la importancia la tiene el gol, el resto de cosas son actores secundarios, nadie se acuerda del fútbol desplegado durante noventa minutos lo único que queda es el resultado. Si la pelotita entra desaparecen las críticas y las opiniones negativas se transforman en positivas. No se pueden defender argumentos incoherentes, no tiene sentido hablar de mal juego, de errores en los planteamientos o de mala gestión en los recursos que ofrece la plantilla, cuando la clasificación refleja una realidad diferente y las alforjas están llenas de puntos. El Sevilla FC ocupa una posición privilegiada porque los aciertos superan a los errores. Algo se debe estar realizando bien si el equipo se encuentra a un punto de Real Madrid y FC Barcelona en la jornada 7ª. En definitiva, no creo en la buena o mala suerte, solo, en el trabajo bien hecho. 
 
Cuando la pelotita entra, como está ocurriendo en estos momentos, hasta los detractores desaparecen o cambian de táctica aliándose con el enemigo tan criticado en un tiempo no muy lejano. Pasando el técnico o presidente de ser humillado a ser considerado casi un héroe por conseguir cambiar el rumbo de la sociedad. No hace mucho tiempo, se podía leer o escuchar palabras que dejaban en evidencia la falta de capacidad del entrenador para dirigir este grupo, e incluso, se comentaba la mala gestión de la secretaria técnica y consejo de administración en la formación de una plantilla donde había futbolistas que no tenían las cualidades mínimas exigidas para pertenecer a este grupo.  

La autoestima del equipo ha crecido hasta cotas inimaginables cuando los partidos han concluido con victorias, lo importante, en cualquier proyecto, es creerse capaz de conseguir el objetivo. El Sevilla FC gana frente al Levante, Rel Madrid y Eibar porque confía en sus posibilidades, tiene la convicción de ir a por el partido, no se conforma con alcanzar un punto en los minutos finales, siente la necesidad de ganar el pleito porque el conjunto se ha vuelto ambicioso, no quiere como único botín el empate, solo, desea ganar el partido. Esta forma de entender el fútbol contagia a la grada y esa comunión hace más fuerte al conjunto.

Los triunfos han devuelto la alegría a la parroquia del Sánchez Pizjuán, el corazón de Nervión, el gol Norte, ha vuelto a latir con más fuerza aún. Los biris son parte imprescindible para la consecución de los éxitos. Personalmente, los considero los artesanos que diseñaron y argumentaron tantas batallas en nuestro estadio que acabaron con la consecución de tantos títulos. Siempre dan sentido a la fiesta que cada jornada se vive en la fábrica de los sueños, mal bautizada un día por un periodista, como la fábrica de humo.
 
Por lo tanto, mientras la pelotita entre la chimenea seguirá expulsando gases como señal que en Nervión la maquinaria sigue funcionando a pleno rendimiento y la alegría será la protagonista en los días de partido, porque no existe el buen juego con las derrotas y el mal juego con las victorias. En el fútbol lo único que vale es que el balón rebase la línea de gol para cambiar la forma de ver la situación y convertir los insultos en aplausos.  

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