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martes, 15 de marzo de 2016

Las comparaciones son odiosas pero necesarias.

Son muchas las críticas recibidas, últimamente, por Unai Émery, cada día tiene más detractores que intentan tirar por tierra la labor de un entrenador que pese a quien le pese ha hecho más grande al Sevilla FC. El pasado domingo en rueda de prensa comentaba una gran verdad, cuando el arribó al barrio de Nervión, los partidos eran los lunes, el campo estaba medio vacío y la afición veía como todo lo conseguido en temporadas pasadas se dilapidaba a pasos agigantados. El Sánchez Pizjuán vivía noches de batalla, pero sin la pelota como protagonista, entre la grada y el palco. Los triunfos de años atrás se convertían en derrotas y las chimeneas del viejo Nervión dejaban de echar humo por el cierre de una factoría que fabricó en nada de tiempo seis títulos. Sin embargo, con su llegada y el transcurrir del tiempo los guardianes de este sentimiento llamado Sevilla FC fueron recobrando la ilusión por volver a reencontrarse con aquella copa que nos robó el corazón en noche holandesa. 

La gloria del triunfo nunca llega por casualidad o suerte, esta va siempre hermanada de un proyecto bien diseñado. Los títulos no se obtienen sin un trabajo planteado de forma perfecta, para conquistar el éxito hace falta un líder que motive y haga creer a los integrantes de la plantilla que el objetivo se puede tocar con las manos y no es algo imposible de atrapar. Personalmente, me quedo con la capacidad del entrenador de ganarse la confianza de sus pupilos, los cuales, confían en la persona que dirige la nave sin dudar de sus facultades y es capaz de sacar el máximo rendimiento de los futbolistas que componen la plantilla. Es fundamental mantener entre dieciocho y veinte futbolistas en tensión o como se suele decir ahora "enchufado" para poder participar en cada partido. Las rotaciones son muy importantes y saber gestionar este recurso nos dará la posibilidad de pelear la cuarta plaza.

El año pasado defendí la necesidad de jugar Champions para codearnos con la aristocracia europea, esa posición es la que da lustre a un club y le posibilita el optar a piezas muy importantes para conseguir un plantel de alto nivel. Este deporte se mueve a base de dinero y la máxima competición facilita que la caja fuerte se colme de caudales. La sociedad no debe estancarse y esto solo es factible si jugamos con los grandes de Europa. En las últimas tres jornadas hemos descontado seis puntos al Villareal, son pocas las plantilla capaces de mantener el nivel competitivo jugando miércoles y domingo. Nuestro Sevilla FC lleva desde final de diciembre jugando dos partidos en siete días durante once semanas y ahora cuando está participando en las mismas condiciones que el conjunto castellonense le ha rebajado esa cantidad importante. Sin embargo, debemos tener en cuenta que doblando toda la temporada, es decir, siendo el equipo que más ha competido en lo que llevamos de año, estamos clasificado para la final de la Copa del Rey y Europa League y seremos equipo europeo de nuevo la próxima campaña.

Por lo tanto, las comparaciones son odiosas aunque hay veces que son necesarias para darnos cuenta de  lo injusto que somos con un entrenador que ha cometido errores pero los aciertos ganan por goleada y sigue agrandando nuestra historia con nuevas gestas.

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